LA DIETA KETO Y SU “DESMITIFICACIÓN DE LA PIRÁMIDE NUTRICIONAL”:

¿Te suenan estas frases?:

  •  “El deportista tiene que basar su alimentación en los hidratos de carbono”…
  •  “Los músculos y el cerebro se alimentan de azúcar”…
  • “No se pueden hacer ejercicios de gran intensidad si no se lleva una dieta rica en carbohidratos y baja en grasas”…
  • “Tomar hidratos de carbono después de hacer ejercicio facilita la recuperación”…

A la luz de las últimas investigaciones científicas, se ha comprobado que muchas de las ideas en las que se sigue insistiendo en la actualidad son erróneas y deben ser revisadas.
Algunas de esas frases son falsas y otras, además, empeoran el resultado deportivo aumentando además el riesgo de lesiones.
Quizás no te guste oir esto, pero casi todo lo que te han enseñado o has interiorizado sobre la nutrición no es cierto.

Un poco de historia.

Las ideas sobre nutrición y sobre cómo debemos alimentarnos provienen de la década de 1980, periodo en el que el doctor Ancel Keys, el Departamento de Agricultura de EE.UU. y el senador McGovern elaboraron la famosa <<pirámide nutricional>> para la población general, ocultando datos y basándose en algunas mentiras.

A partir de esa pirámide, se pensó, sin ninguna base científica, que este tipo de alimentación también sería la mejor para los deportistas.

De hecho, cuando se realizaron estudios sobre el tipo de alimentación que seguían los atletas en los juegos olímpicos, se observó que en las Olimpiadas celebradas entre 1932 y 1968, se consideraba que las proteínas eran el nutriente esencial para el deportista; no fue hasta finales de la década de 1970 y principio de la de 1980 cuando se introdujo la alimentación basada en carbohidratos como fuente de energía principal en el deporte¹.

¿Porqué ocurre esto?

El conocimiento científico tarda años en llegar a los propios científicos y los investigadores que se dedican a estudiar y publicar trabajos serios y novedosos y que intentan cambiar las ideas basándose en el conocimiento científico más actual suelen molestar al resto, que acostumbra a verlos con mala cara y como personajes “peligrosos” que conviene hacer callar y desprestigiar. La historia nos ha dejado algunos ejemplos de ello:

  1. El doctor Miguel Servet descubrió la circulación pulmonar, pero fue quemado en la hoguera porque dicho descubrimiento contradecía la anatomía que había establecido Galeno.
  2. El doctor Ignaz Semmelweis descubrió que la fiebre posparto, que causó tantas muertes en el siglo XIX, se debía a bacterias, de modo que, si los médicos se lavaban las manos antes de atender a las parturientas, podían evitar dicha enfermedad. ¡Fue apartado de su puesto de trabajo, expulsado de la profesión médica y terminó suicidándose! Hoy día, en el Hospital General de Viena hay una estatua de él con una inscripción que reza: <<El salvador de las madres>>.
  3. Los doctores Warren y Marshall descubrieron que las úlceras digestivas las produce una bacteria y que podían curarse con antibióticos. Fueron humillados y desprestigiados por toda la comunidadmédica durante más de diez años.
  4. A finales de la década de 1980, el prestigioso jefe de Endocrinología de Stánford, Gerald Reaven, descubrió el mecanismo por el que se produce la diabetes tipo 2 y también que la mejor dieta para un diabético era aquella que fuera baja en hidratos de carbono. Incomprensiblemente, todavía hoy, las principales sociedades científicas para el tratamiento de la diabetes recomiendan justo lo contrario, sin base científica alguna.

Cuando todos estos conocimientos, que no son fácilmente accesibles para el público lego en medicina, llegan a la población general, empiezan a cambiar las cosas.

Desmitificando los hidratos de carbono:


Estudios recientes demuestran que, por mucho que se acompañe de 30 minutos de ejercicio físico diario, la dieta basada en consumo abundante de carbohidratos que hoy en día recomiendan las principales sociedades científicas no previene la obesisdad, ni permite adelgazar, ni a las personas adultas de mediana edad, ni tampoco a los niños y a los adolescentes ²-³.

Creencias, mitos, publicidad e intereses económicos…


El tipo de dieta para deportistas basado en el consumo contínuo y abundante de hidratos de carbono puede que aumente el tamaño de los bíceps, pero también contribuye a acumular grasa alrededor de tu abdomen, debido a la hormona insulina y a cómo actúa, fisiológicamente, sobre el tejido graso (localizado fundamentalmente en el abdomen) y los músculos.
A los músculos realmente les gustan las grasas, y no se consigue que se regeneren comiendo grandes cantidades de hidratos de carbono, sino gracias a las proteínas.
Si eres deportista y estás acostumbrado a salir con tus geles de carbohidratos de “alta calidad” a hacer tus rutas en bici o por montaña, leerás con frecuencia el mensaje de ; “te aportará energía inmediata y ayudará a la regeneración muscular”. Si es así, NO LO CREAS.

Estos consejos, basados en la publicidad y los intereses económicos y no en la ciencia, no sólo no mejorará el rendimiento deportivo y el de tus músculos, sino que conseguirá todo lo contrario. Además aumentará la probabilidad de que te suban los niveles de colesterol, la inflamación crónica y el riesgo cardiovascular. Es lo que se conoce como <<la paradoja del maratoniano>> de la que espero poder hacer una entrada de blog nueva.

La evidencia científica.

A pesar de las preocupaciones de algunos entrenadores, médicos y deportistas sobre los posibles efectos nocivos de las dietas bajas en carbohidratos sobre el rendimiento deportivo y de los mitos infundados sobre los que se basan, las evidencias científicas más sólidas demuestran que este tipo de dieta (baja en hidratos o cetogénica) no sólo no afecta al rendimiento deportivo y a la fuerza de los atletas de alto nivel, sino que, gracias a su eficacia a la hora de perder grasa rápidamente, puede ser útil para aquellos atletas que compiten en los deportes basados en <<categorías de peso>> (boxeadores, gimnastas, luchadores, etc.).
Desgraciadamente, las falacias en nutrición deportiva están cada vez más extendidas:

  • por un lado, están los intereses económicos (los deportistas son un sector de la población que se cuida, dispuesto a invertir grandes cantidades de dinero en proteger y mejorar su salud)
  • por el otro, el pensamiento predominante entre los supuestos entendidos, que se basa en ideas <<mágicas>> y equivocadas (<<una caloría es una caloría>> o <<somos lo que comemos>>, por ejemplo) que sólo contribuyen a extender la epidemia de enfermedad crónica (cuatro de cada diez personas delgadas tienen factores de riesgo cardiovascular o indicadores sanguíneos de inflamación crónica, aunque sean deportistas).

En la próxima entrada sobre dieta keto, desglosaremos su A, B, C para que sepas el qué, porqué y cómo adentrase en esta dieta.
Hasta pronto.

Bibliografía:

Pelly Fe et al., <<Evolution of food provision to athletes at the summer Olympic Games>>, Nutr. Rev., 69(6), 2011, págs. 321-332.
E.R. Laskowski, <The role of exercise treatment of obesity>>, PMR, 4(II), 2012, Págs. 840-844.
K. C. Harris et al., <<Effect of school-based physical activity interventions on body mass index in children: a meta-analysis>>, CMAJ, 180(7), 2009, págs. 718-726.

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